16/12/08

Un rayo

Los dioses de la caza hieren
como guerreros en un mundo que no es de ellos, que no les pertenece
habitan una franja celeste, tan incierta como algo que caía cerca.

Aman
a un triste ciervo de tamaño natural
tararean
un canto triste que perdía forma.

Apaciguar un corazón que torpemente corre, salvaje
matar el rayo quieto que, sin saber cómo ni por qué, un día despierta desmedido y rompe:

el soberano rayo que parte en dos la montaña

el recorrido que inventa y al tiempo que lo traza, borra
entre sus marcas la carne de algún corazón que explota

desconocido y familiar
como las partes

dejando como huellas una música, un arma y un resto de luz.

1 comentario:

mutum dijo...

Ayer vi una nube con forma de ciervo, y me acordé de vos.

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